Los minutos pasan, las horas pasan, los días pasan, también los años y difícilmente nos detenemos a dar gracias por estar vivos, por los regalos que la vida nos da; tomamos las cosas como si tuviéramos derecho a ellas…
Los minutos pasan, las horas pasan, los días pasan, también los años y difícilmente nos detenemos a dar gracias por estar vivos, por los regalos que la vida nos da; tomamos las cosas como si tuviéramos derecho a ellas, sin reparar en que éste, nuestro mundo, es solamente una estación de paso, al que llegaste sin nada y del que te vas a ir igualmente sin nada.
Los bienes materiales, tu casa, coches, dinero, bolsas, ropa, computadoras, tu refrigerador, tus mancuernillas, tu bicicleta, esas cosas con las que según tú hoy no puedes vivir, las tienes que dejar, no te las puedes llevar, no hay forma, ni siquiera te puedes llevar tu cuerpo, ése también aquí se queda.
Y pasamos la vida peleando y dando un valor equivocado a las cosas, los objetos, las monedas y billetes, un pedazo de tierra, un cuerpo esbelto y joven, familias dejan de verse por herencias, madres e hijas no se hablan por dinero, hijos engañan a sus padres, parejas se separan.
Lo verdaderamente importante, las personas, los recuerdos, los viajes, los sentimientos, las sonrisas, un abrazo, una tarde entre amigos, una cena en familia, todo eso que extrañamos cuando alguien se va, que echamos de menos tarde, lo dejamos pasar de largo, lo descalificamos y estamos dispuestos a perderlo una y otra vez.
Así que algo no está bien, ¿en dónde nos equivocamos?, ¿en qué momento dejamos de ver lo que sí importa? No lo sé, lo que sí sé es que en el momento en que hacemos un alto y nos damos cuenta de eso, nuestra vida se torna diferente, los días se vuelven hermosos, los encuentros valiosos y la emoción que sentimos, ese “gusto”, esa “alegría”, es la gratitud que experimentamos cuando realmente valoramos lo importante.
El poder de la gratitud es inmensurable, tiene muchos beneficios a nivel emocional, mental y físico.
Cuando te sientes agradecido, lo expresas y lo vives; cuando disfrutas cada momento y valoras su profundo misterio y significado, entonces disminuye el dolor físico y mejora el sistema inmunológico, liberamos grandes cantidades de dopamina lo que ayuda a tener menos enfermedades y sentirse mucho mejor.
La dopamina es un neurotransmisor que, entre otras cosas, nos ayuda a regular nuestros estados de ánimo, a dormir mejor, y tener pensamientos positivos, lo que quiere decir que está comprobado que ser agradecido realmente altera nuestro cuerpo y mente.
Ser agradecido reduce la depresión, sintonizas con toda la abundancia que ya hay en tu vida. De pronto, las cosas que te parecían insignificantes toman fuerza y un mayor tamaño; tener un techo, dinero, un transporte, es importante y necesario, pero nada se compara con tener, amigos, compañeros, un amor, familia, un beso, una sonrisa, un apapacho, un abrazo, la sonrisa de un bebé, la risa contagiosa de un niño, nada se compara con despertar cada mañana, con poder pensar, aprender, escuchar, bailar, cantar, vivir.
Ser agradecido te ayuda a ver lo maravilloso que ya posees, el increíble ser que eres, el misterio y el milagro de estar aquí y ahora.
La gratitud es como una espiral que siempre regresa a ti cuando la vives, cuando la experimentas, cuando lo expresas regresa y eso produce una enorme felicidad.
Para poder ser agradecidos te recomiendo escribir un diario, parece un cliché, pero es completamente eficiente hacerlo. Todos los días escribe tres cosas por las que te sientes agradecido ese día, puede ser desde “porque tengo una cobija para taparme”, hasta “me clonaron mi tarjeta de crédito pero… eso sólo pudo suceder GRACIAS a que soy sujeto de crédito”.
Estoy convencida de que podemos agradecer muchas más de tres cosas en un solo día, pero empezar a dar pequeños pasos nos ayuda a llegar a la meta.
¿Tú por qué tres cosas agradeces hoy?
Yo:
- Agradezco que me estás leyendo ahora mismo.
- Agradezco que hoy desperté con mi alma viva y consciente.
- Agradezco el amor que tengo en mi vida.
Esto es para ti que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.