Si les preguntamos a las mujeres, no creo que haya ni una que diga que no busca mayor igualdad, eliminación de la violencia de género, respeto e igualdad.
No se nace mujer, se llega a serlo. Simone de Beauvoir.
Estamos frente a lo que se considera una nueva ola de feminismo. Que lo que busca son los derechos de las mujeres, mayor igualdad, eliminación de la violencia de género, respeto, seguridad, protección, accesos igualitarios a la educación, al trabajo a los sueldos, salud, entre muchas e importantes demandas.
Si les preguntamos a las mujeres, no creo que haya ni una que diga que no lo merecemos, que no lo quiere, que la demanda es injusta o arbitraria, todas sabemos lo que vivimos en lo cotidiano, el trabajo que nos implica ser mujer hoy y ahora.
La violencia que viven nuestras niñas y adolescentes, les afecta emocional y físicamente, lo que más me preocupa es la normalización de ese tipo de actitudes desde edades muy tempranas, crecemos creyendo que así es el mundo y que está bien, que así nos tocó, que por ser mujeres ésa tiene que ser nuestra vida.
Tenemos que educar a niños y niñas, desde la infancia, es responsabilidad de todos y todas hacerlo, ejemplificar y puntualizar el respeto, prohibir actitudes dañinas y violentas, para que no crean que están bien o que es “normal”. Es importante hablar y entender sobre las nuevas masculinidades, que rompen con las ideas tradicionales de cómo debe comportarse un hombre y qué debe esperar de una mujer.
Históricamente se ha construido la idea de que el hombre es “el sexo fuerte” y la mujer “el sexo débil” más frágil, menos capaz, e incluso, menos inteligente. Lo más impresionante es que se cree que es algo “natural” que se da desde el nacimiento. Sabemos que es en realidad un mandato, que se ha ido desarrollando con la cultura, el tiempo y la historia y perpetuando a través de la educación.
Ésta es la razón por la que los hombres han sido protagonistas de la historia y de las decisiones que se toman en la política, el ámbito social, cultural, y se relegó por muchos años a la mujer al rol de crianza y cuidado de los hijos, a la satisfacción sexual de los hombres, así como a las labores del hogar.
Habiendo estado muy inconformes desde el siglo XVIII, las mujeres comenzamos a protestar y pedir un cambio que hasta hoy no se ha visto. Los expertos dicen que todavía vamos a tardar 100 años más para verlo, nosotras no estaremos aquí, este cambio no se va a dar si nos quedamos calladas, si no hacemos nuestra parte, si no levantamos la voz, si no lo exigimos.
El cambio debe darse en todos los espacios, el público y el privado, porque sí es real, todavía estamos viviendo violencia de género que se refleja en que ganamos menor salario que los hombres por el mismo trabajo; también, los puestos en la política, en el mundo militar, en la economía y el sector salud, sigue siendo mayoritariamente de hombres.
Además de que muchas mujeres en el interior de sus casas siguen sufriendo violencia, desigualdad de labores, malos tratos, explotación económica, abusos sexuales y emocionales. Parecería que en los espacios públicos estamos ganando terreno, pero en los privados sigue existiendo la misma relación de poder de los hombres contra las mujeres y niñas.
Este 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, no debería de existir un día internacional de la mujer, pero existe por una necesidad real de visibilizarse, de hacer que nos escuchen, que las cosas cambien.
Cada una de las olas feministas han sido muy importantes y en cada una de ellas ha habido un avance, pero no es suficiente, es por eso que sigue el movimiento, es por eso que hoy se suman nuevos movimientos mundiales como el #MeToo que buscan impulsar acciones a favor de la igualdad de género y parar el abuso contra las mujeres.
A muchas las están violentando mientras lees este escrito, a otras las están matando, muchas están llorando por dolores físicos, emocionales, por abusos, por pérdidas, por injusticias.
No todas las mujeres están pensando lo mismo, ni queremos que suceda, la diversidad de pensamiento y el respeto al mismo, hace que el mundo se mueva, cambie y mejore.
Lo que sí te pido es que apoyes, que si no entiendes, respetes, que te informes, que escuches, que leas, que estudies, que te solidarices.
Sí, sólo por el hecho de ser mujer, porque es importante hacerlo, porque tenemos una deuda histórica de solidaridad entre nosotras, porque juntas podemos, porque lo merecemos, porque ¡ya basta!, porque nos están matando, porque ¡ni una más!
Porque si te quedas callada, le das la razón a la violencia.
Yo marcharé el 8 de marzo junto a mis hijas, mis hermanas, mis amigas, mis colegas, mi género. Junto a mujeres valientes, heridas, solas, juntas, acompañadas, cansadas y esperanzadas en un cambio real.
Y pararé el 9 de marzo, para que se note, para que se escuche en la soledad y el silencio nuestra ausencia, para que nos valoren, para que nos extrañen, para solidarizarme y por sororidad con mis hermanas mujeres.
Esto es para todas nosotras, gracias a todas por leerme.